domingo, 26 de abril de 2015

2 de abril de 1982


Hace  frío esta mañana de abril. Como todos los días de semana salgo de mi casa rumbo a la escuela a las siete de la mañana. Ya no quiero ir a esta escuela: estoy cansada de que todos mis compañeros sean varones, quiero tener amigas mujeres, compañeras para conversar en el recreo y para verlas los fines de semana. En esta escuela sólo hay varones. Encima me aíslan en el recreo: yo estoy con dos chicas más en el patio con rejas que da a la calle Tucumán y los varones están corriendo y jugando en la cancha de básquet. Ni siquiera puedo ir a comprarme algo hasta el kiosco porque está abarrotado de muchachos que no me dejan pasar.
Son las siete de la mañana y recién volveré a mi casa a las nueve de la noche, después del taller y de educación física. ¿Porqué insisten tanto con educación física? apenas somos tres chicas corriendo solitarias alrededor de la cancha. No podemos ni formar un mísero equipo para jugar a algo, pero el Director insiste en que es fundamental hacer gimnasia: “mente sana en cuerpo sano” dice.
Hoy no tengo ganas de ir a clases porque ayer me hicieron pasar vergüenza el insoportable del Secretario y la preceptora Nenina, todavía no entiendo qué hice tan grave para que me dejen parada sola en medio del patio, con la llovizna y el frío. Lo peor fue que todo el colegio pasaba delante de mí y se reían burlones. Resulta que yo  estaba aburrida y me senté en el piso del patio de mujeres a comer unas galletas, en ese momento apareció el Secretario, Soler creo que se llama,  y me levantó del piso de una oreja, me dijo que una “señorita” no se sienta en el piso, que parecía una “hippie”, que eso no se hace, que qué me creo yo. ¿Tan malo es sentarse en el piso? Después me reclamó del cabello suelto, dijo que si volvía hoy con el cabello suelto me lo iba a atar con alambre. Yo le creo, es capaz de todo, hasta el largo del guardapolvo controla.
En la primera hora, a las siete y veinticinco, tenemos matemáticas todos los días, con el profesor Fernández, ya sé de memoria lo que va a decir: - “Buenos días alumnos”, -“¡Buenos días profesor!” – “Tomen asiento, Ud. no señorita Egüe, dije “alumnos””, -“¡Buenos días señorita Egüe”. –“Buenos días profesor” – “Ahora sí, puede sentarse”, a continuación dirá: “Señorita Egüe, al frente”, ¡hace tres años que hace lo mismo, me toma lección todos los días a las siete y media de la mañana, después inicia la clase! No entiendo porqué lo hace, mi papá dice que está bien, que es para que aprenda, pero me angustia tanto estar parada ahí frente a cincuenta compañeros varones que se ríen bajito y disfrutan de todo más que yo.
Son las nueve de la mañana, y no llegó la profesora de Literatura, pero hay cierto alboroto en los pasillos. El director, el secretario, las preceptoras, algunos profesores… hablan en voz baja, espío desde la puerta del curso, disimuladamente, porque si me ven asomando la nariz fuera del curso me van a poner amonestaciones. ¡Ahí vienen todos para mi curso! Me siento y hacemos silencio.
Entra el Director, saluda formalmente, y a continuación anuncia: “Alumnos: van a tomar sus útiles y se van a retirar ahora mismo, pero antes la profesora de Formación Moral y Cívica les va a explicar algo, quiero decirles que hemos recuperado las Islas Malvinas. Cuando salgan de acá se van todos a la plaza 9 de julio. ¡Hoy es un día de fiesta para todos los argentinos!”… silencio total en el curso. ¿Qué son las islas Malvinas? Nos preguntamos mirándonos desorientados. ¿Adónde quedan?, ¿qué significa que “las hemos recuperado”, de quién, para qué, porqué es una alegría…?.
Con la formalidad correspondiente a la situación (sospecho) entra la profesora, (la más agria de todos los docentes) con un mapa enorme bajo el brazo.
Es  tan graciosa la imagen: ella es bajita, regordeta, con la cara redonda y los ojos saltones, tiene una pollera negra recta que le llega hasta bajo la rodilla y un pullover blanco sin ningún adorno. Extiende el enorme mapa planisferio en el pizarrón y con una regla señala: “Estas son las  Islas Malvinas. Estaban en poder de los ingleses, pero hoy, nuestros heroicos soldados las han recuperado.”
¡Ahhhhh! (pensamos) ahí están, tan chiquititas y lejanas, tan extrañas a nosotros, la profesora nos habla del mar. ¿El mar? ¿Cómo será eso? Agua, mucha agua y barcos… nunca vimos algo así acá en Salta, acá estamos lejos de todo, lejos de Buenos Aires, lejos del mar, lejos de esas islas Malvinas, lejos de la guerra también. Pero está lindo esto de que nos vayamos a la plaza a festejar, nunca fuimos a la plaza a juntarnos todos, porque está prohibido, pero hoy nos dicen que “tenemos” que ir. No entiendo nada, por si acaso salgo y me voy a mi casa.
-¡Papá, nos largaron del colegio! ¡Dicen que vamos a la plaza! ¡Dicen que recuperamos las Malvinas, que hay que festejar, que se las quitamos a los ingleses!
- ¿Papá? ¿Porqué llorás?, ¿por qué me decís que no hay que festejar? ¿La guerra?, ¿qué es la guerra, papá?
- ¿Qué por fin se cae la dictadura? ¿Qué significa eso papá?


No hay comentarios:

Publicar un comentario