
Era primer día de clase como docente estaba
llena de expectativas, mi primera clase, mi primer grupo de alumnos, ese día
comenzaba mi rol como MAESTRA, para la
cual me prepare durante tanto, tanto
tiempo. Cuando llego el momento tan
esperado de dar ese paso a la docencia, me sorprendí, los alumnos no tenían ni lápiz, ni papel, vi como
todas mis expectativas quedaron en la nada.
Me llene de dudas, sentía unas fuertes ganas de llorar, percibía
como la angustia se apodero de mi cuerpo y su poder se reflejaba en el brillo
de mis ojos. Al encontrarme ante
dos opciones, me retiro o me convierto en docente. En ese preciso
momento vi pasar todo mi sacrificio, lo que di, sufrí, padecí, prive, negué,
acepte, compartí, extrañe, desarraigue, en fin viví como estudiante, para estar
al frente de una clase, cara a cara a ese momento anhelado.
Fue posterior a esa introspección
que dije y me dije entonces… -¡Sea
como sea pero hoy clases doy! Fue tan repentino casi sin pensarlo, tome todas las decisiones urgentes, planifique
la clase completa en la mente dejando de lado la secuencia de clases tan estudiada
y autorizada por mi profesor de residencia. Que comencé por sentarlos en ronda, tomé mi libro, comencé la lectura,
el silencio abundo en esa aula fría y espaciada.
De pronto, como era sabido,
la
lectura termino. Ahí me encontré con
ellos mis alumnos de sexto año “B”, en
aquel momento surgió el dialogo con
mucha fluidez alumnos, docente, pregunta va, respuesta viene, analizando el
texto titulado “PERDER PARA GANAR” (http://www.shoshan.cl/reflexiones/perder_para_ganar.html
), revisando el mensaje sublime que tenía
para dar.
Una gran sorpresa me
lleve, cuando empecé a dictar la actividad,
un chico dijo que necesitaba sacar sus útiles del armario para copiar. Sentí
que mis ojos se salían del rostro, entonces conteste…-Claro que si adelante retírenlas.
Sentí tal tranquilidad,
que cuando volví a mirar a mi clase todos estaban escribiendo. Aprecié entonces
que la decisión de permanecer adentro de esa aula fue la correcta. “La paciencia es una virtud docente” y “El prejuicio un defecto social”.
Fue una de las
experiencias más conmovedoras de mi profesión hasta el día de hoy, aclaro hasta
el día de hoy, por qué los alumnos…- ¡Siempre te pueden sorprender!
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