Hace frío esta mañana de
abril. Como todos los días de semana salgo de mi casa rumbo a la escuela a las
siete de la mañana. Ya no quiero ir a esta escuela: estoy cansada de que todos
mis compañeros sean varones, quiero tener amigas mujeres, compañeras para
conversar en el recreo y para verlas los fines de semana. En esta escuela sólo
hay varones. Encima me aíslan en el recreo: yo estoy con dos chicas más en el
patio con rejas que da a la calle Tucumán y los varones están corriendo y
jugando en la cancha de básquet. Ni siquiera puedo ir a comprarme algo hasta el
kiosco porque está abarrotado de muchachos que no me dejan pasar.
Son las siete de la mañana y
recién volveré a mi casa a las nueve de la noche, después del taller y de
educación física. ¿Porqué insisten tanto con educación física? apenas somos
tres chicas corriendo solitarias alrededor de la cancha. No podemos ni formar
un mísero equipo para jugar a algo, pero el Director insiste en que es
fundamental hacer gimnasia: “mente sana en cuerpo sano” dice.
Hoy no tengo ganas de ir a clases
porque ayer me hicieron pasar vergüenza el insoportable del Secretario y la
preceptora Nenina, todavía no entiendo qué hice tan grave para que me dejen parada
sola en medio del patio, con la llovizna y el frío. Lo peor fue que todo el
colegio pasaba delante de mí y se reían burlones. Resulta que yo estaba
aburrida y me senté en el piso del patio de mujeres a comer unas galletas, en
ese momento apareció el Secretario, Soler creo que se llama, y me levantó
del piso de una oreja, me dijo que una “señorita” no se sienta en el piso, que
parecía una “hippie”, que eso no se hace, que qué me creo yo. ¿Tan malo es
sentarse en el piso? Después me reclamó del cabello suelto, dijo que si volvía
hoy con el cabello suelto me lo iba a atar con alambre. Yo le creo, es capaz de
todo, hasta el largo del guardapolvo controla.
En la primera hora, a las siete y
veinticinco, tenemos matemáticas todos los días, con el profesor Fernández, ya
sé de memoria lo que va a decir: - “Buenos días alumnos”, -“¡Buenos días
profesor!” – “Tomen asiento, Ud. no señorita Egüe, dije “alumnos””, -“¡Buenos
días señorita Egüe”. –“Buenos días profesor” – “Ahora sí, puede sentarse”, a
continuación dirá: “Señorita Egüe, al frente”, ¡hace tres años que hace lo
mismo, me toma lección todos los días a las siete y media de la mañana, después
inicia la clase! No entiendo porqué lo hace, mi papá dice que está bien, que es
para que aprenda, pero me angustia tanto estar parada ahí frente a cincuenta
compañeros varones que se ríen bajito y disfrutan de todo más que yo.
Son las nueve de la mañana, y no
llegó la profesora de Literatura, pero hay cierto alboroto en los pasillos. El
director, el secretario, las preceptoras, algunos profesores… hablan en voz
baja, espío desde la puerta del curso, disimuladamente, porque si me ven
asomando la nariz fuera del curso me van a poner amonestaciones. ¡Ahí vienen
todos para mi curso! Me siento y hacemos silencio.
Entra el Director, saluda
formalmente, y a continuación anuncia: “Alumnos: van a tomar sus útiles y se
van a retirar ahora mismo, pero antes la profesora de Formación Moral y Cívica
les va a explicar algo, quiero decirles que hemos recuperado las Islas
Malvinas. Cuando salgan de acá se van todos a la plaza 9 de julio. ¡Hoy es un
día de fiesta para todos los argentinos!”… silencio total en el curso. ¿Qué son
las islas Malvinas? Nos preguntamos mirándonos desorientados. ¿Adónde quedan?,
¿qué significa que “las hemos recuperado”, de quién, para qué, porqué es una
alegría…?.
Con la formalidad correspondiente
a la situación (sospecho) entra la profesora, (la más agria de todos los
docentes) con un mapa enorme bajo el brazo.
Es tan graciosa la imagen:
ella es bajita, regordeta, con la cara redonda y los ojos saltones, tiene una
pollera negra recta que le llega hasta bajo la rodilla y un pullover blanco sin
ningún adorno. Extiende el enorme mapa planisferio en el pizarrón y con una
regla señala: “Estas son las Islas Malvinas. Estaban en poder de los
ingleses, pero hoy, nuestros heroicos soldados las han recuperado.”
¡Ahhhhh! (pensamos) ahí están,
tan chiquititas y lejanas, tan extrañas a nosotros, la profesora nos habla del
mar. ¿El mar? ¿Cómo será eso? Agua, mucha agua y barcos… nunca vimos algo así
acá en Salta, acá estamos lejos de todo, lejos de Buenos Aires, lejos del mar,
lejos de esas islas Malvinas, lejos de la guerra también. Pero está lindo esto
de que nos vayamos a la plaza a festejar, nunca fuimos a la plaza a juntarnos
todos, porque está prohibido, pero hoy nos dicen que “tenemos” que ir. No
entiendo nada, por si acaso salgo y me voy a mi casa.
-¡Papá, nos largaron del colegio!
¡Dicen que vamos a la plaza! ¡Dicen que recuperamos las Malvinas, que hay que
festejar, que se las quitamos a los ingleses!
- ¿Papá? ¿Porqué llorás?, ¿por
qué me decís que no hay que festejar? ¿La guerra?, ¿qué es la guerra, papá?
- ¿Qué por fin se cae la
dictadura? ¿Qué significa eso papá?